Los presupuestos que presumiblemente aprobará hoy este Parlamento deberían servir para disponer de unos servicios públicos adecuados a la realidad de Canarias, una realidad que es la que es y no la que al presidente le gustaría que fuese. Esa realidad se caracteriza por altas tasas de desempleo, por un 44,6% de la población en riesgo de pobreza y exclusión social, por bajas rentas del trabajo, por grandes retrasos en el sistema de dependencia, por las listas de espera sanitarias más altas del Estado Español, por grandes carencias del sistema educativo, por dificultades para el acceso a una vivienda y serios problemas de cohesión territorial, así como por un modelo productivo anclado en el sector servicios, sin perspectivas de una verdadera apuesta por la diversificación de nuestra economía.
Con casi mil millones de más de presupuesto, con las cuentas más expansivas de nuestra historia y con la mayor dotación en términos absolutos, el Gobierno de Canarias tenía una oportunidad histórica para plantear un nuevo modelo de protección social que garantizara unas condiciones de vida digna al conjunto de la ciudadanía.
Sin embargo, en lugar de marcar un antes y un después han preferido situarse en un más de lo mismo: en perpetuar la ausencia de recursos en aquellas políticas que nos alejan de la media en cohesión social, en apostar por el sector de la construcción como remedio a todos los males de nuestro sistema productivo, en practicar el clientelismo local y la política partidista, frente a políticas de buen gobierno que apuesten por el interés general y ofrecer a un horizonte de progreso común.
El PSOE reconoció desde un primer momento los avances que se habían incorporado al proyecto de Ley, avances que veníamos reclamando los socialistas dentro del Gobierno y en la oposición. Difícil es, con tantos millones, no acertar ni una, y ahí tenemos como ejemplo la carrera profesional en el ámbito del Servicio Canario de la Salud.
Pero entendíamos, y todavía entendemos, que había y hay un importante margen para articular políticas que mejoraran las condiciones de vida de los canarios y canarias. Por eso, desde un primer momento, dejamos claro que nuestra postura iba a ser constructiva y por eso presentamos una batería de 150 enmiendas para dotar al Gobierno de herramientas para luchar contra la exclusión social.
Pero este Gobierno nunca ha tenido voluntad real de escuchar a nadie. Se comporta como ni siquiera deberían comportarse los Ejecutivos con mayoría absoluta. Menosprecian hasta a sus aliados políticos.
Por eso, el mismo partido que ahora hace justo un año tildaba en la Comisión de Presupuestos al Gobierno de Canarias de régimen nacionalista -Partido Popular-, hoy, sin ningún pudor, apoya unas cuentas que prevén un incremento en Radiotelevisión Canaria y Policía Autonómica, y no solo eso, sino que mediante varias enmiendas establecen, por primera vez desde que se crea el cuerpo en 2010, la convocatoria de nuevas plazas de Policía.
Más allá de alguna píldora de clientelismo político, no conocemos ninguna exigencia real del Partido Popular que haya sido incorporada durante la tramitación, más allá de compartir un modelo de cuentas neoliberal. Muy mal lo tiene que estar pasando el señor Rajoy para que hayan hincado la rodilla de este modo.
¿Se acuerdan, señor Antona y señora Navarro, cuando en la pasada legislatura decían que había que cargarse la tele, la Policía Autonómica, el Diputado del Común, el Consejo Consultivo de Canarias, la Audiencia de Cuentas, que el Gobierno gastaba mucho en asesores, altos cargos y en publicidad institucional? ¿Recuerdan cómo hablaban del ‘Gobierno de los chiringuitos’?
Hoy ustedes van a aprobar más gastos del Gobierno en todas y cada una de estas cuestiones para 2018, pero ahora no les oímos criticar nada. De repente, todos estos gastos están más que justificados. Señorías del Partido Popular: las contradicciones se pagan muy caras en política y a ustedes les van a pasar la factura los ciudadanos.
El Partido Socialista no ha hecho otra cosa que lo que lleva meses diciendo que iba a hacer, y aquello que mientras estuvimos en el Gobierno no pudimos, en ocasiones por falta de presupuesto, en ocasiones por el boicot del señor Clavijo.
Hoy la realidad es otra: 1.000 millones más de posibilidades y, por eso, estas políticas tendrían cabida si se hubieran tenido en cuenta las enmiendas que ha presentado el Partido Socialista o si el Gobierno las hubiera contemplado al elaborar el proyecto de Ley.
Me detendré en el debate de cada una de las secciones a explicar y tratar de convencer -porque la esperanza es lo último que se pierde- en qué consisten las propuestas del Grupo Socialista.
A grandes rasgos, y antes de entrar con nuestras enmiendas al texto articulado, quiero exponer en qué han consistido las enmiendas económicas que hemos presentado.
Han sido en total 104 enmiendas que reorientan 172 millones de euros con los siguientes objetivos:
- Dotar y articular un auténtico plan de lucha contra la exclusión social con medidas como los 50 millones para pensiones no contributivas, con 15 millones para crear un fondo canario de ayudas de emergencia social o con 3 millones para políticas transversales del Comisionado.
- Mejorar la gestión de las políticas activas de empleo a través del Servicio Canario de Empleo.
- Mejorar la sanidad, reforzando la red de atención primaria, poniendo al paciente en el centro del sistema. Para ello movilizamos 6,8 millones de euros mediante 16 enmiendas.
- Mejorar la educación, empezando por las edades tempranas, apostando por un salto cualitativo en nuestro sistema educativo que pasa por incorporar la Educación Infantil de 0 a 3 años como derecho, con lo que ello conlleva.
- Dotar el sistema de dependencia con medios suficientes para poder seguir incorporando dependientes al sistema. Ya no pedimos ni mejorar en las listas, sino simplemente que el sistema no se pare, que es a lo que está abocada con estos presupuestos.
Podría seguir enumerando prioridades con un marcado acento social que hemos elevado al resto de grupos mediante enmiendas, pero estas explicaciones, como las propias enmiendas, no parecen tener el suficiente eco en el tripartito que apoya al Gobierno.
Sobre las enmiendas al articulado para las que pedimos el voto favorable de la Cámara, hemos presentado 44 que buscan objetivos de distinto alcance.
Por un lado, el PSOE ha pretendido establecer un calendario de recuperación de derechos laborales de los empleados y empleadas públicas que ya tuviera reconocimientos concretos en la Ley para el año 2018.
También hemos presentado algunas enmiendas para tratar de mejorar la gestión presupuestaria del Gobierno, sin que esto supusiera dotarlo de un régimen de excepcionalidad para el Gobierno pudiera hacer y deshacer lo que le diera la gana, algo que no parece molestarle al PP y que de facto le firma un cheque en blanco al Gobierno en minoría del señor Clavijo.
Por otra parte, el PSOE ha presentado 10 enmiendas a la reforma fiscal que proponía el Ejecutivo, con las que, en unos casos, proponemos mejoras técnicas sobre las propuestas del Gobierno: que la deducción por gastos de estudios sea en función del número de hijos en edad escolar y no una cuantía fija por unidad familiar. Por ello proponemos una desgravación de 75 euros por descendiente y no 100 por unidad familiar, eso sí, limitando la renta para que sean aquellos que más los necesitan y no el café para todos que nos propone el Gobierno.
Otro ejemplo es el de los incentivos fiscales a las donaciones, donde hemos presentado una enmienda para que no sean con carácter retroactivo, lo que a todas luces es un absurdo normativo de enorme calado. Si se pretende inducir a un comportamiento como es la donación es obvio que debe hacerse a futuro, no sobre hechos ya pasados, salvo que sean otros los motivos.
A todo esto el tripartito nos ha dicho que no, aunque aquí lo comprendemos: es su opción ideológica, la liberal, la de beneficiar fiscalmente a las clases medias y altas.
También hemos propuesto nuevos beneficios fiscales que llevamos debatiendo desde hace meses en esta Cámara, un ámbito absolutamente prioritario desde el punto de vista social: abaratar los costes de acceso a la vivienda, facilitar el acceso a una vivienda habitual, ya sea por la vía del alquiler, ya sea por la vía de la compra.
Y a esto, incompresiblemente, el tripartito también ha dicho que no. Ya teníamos un dictamen del Consejo Consultivo a la proposición de ley del Partido Socialista cuya toma en consideración se aprobó por unanimidad. Ya habíamos incorporado las escasas correcciones técnicas que propone el órgano.
¿Pueden explicar los portavoces del tripartito por qué ve con malos ojos devolver más de 20 millones de euros a más de 43.000 contribuyentes por gastos de alquiler, cuando además esos 20 millones no van a afectar a este presupuesto sino a la liquidación que tendremos dentro de dos años por el sistema de financiación? Así es con todas las desgravaciones del IRPF que están en el proyecto.
¿Pueden explicar por qué votan en contra de introducir una nueva desgravación fiscal a los propietarios que alquilen sus segundas residencias a precios socialmente sostenibles? ¿Por qué ven mal reducir a más de la mitad los impuestos por transmisión de viviendas a los jóvenes, a las familias numerosas, a las familias monoparentales, a las personas con discapacidad, a las víctimas de violencia de género? ¿Por qué votan en contra de dejar al 0% la transmisión de toda vivienda protegida en el IGIC?
¿Por qué tenemos que tramitar una reforma fiscal deprisa y corriendo, mezclándola con el debate presupuestario, y dejamos al margen de la misma una propuesta que cuenta con el aval de todos los grupos de la Cámara y que tiene un carácter eminentemente social como ha reconocido la propia consejera de Empleo, Políticas Sociales y Vivienda?
En definitiva, desde el Grupo Socialista no hemos otra cosa que hacernos eco de las demandas de la sociedad, de aquellos que necesitan políticas sensibles con sus problemas.
Hagamos política en mayúsculas. Desde el PSOE queremos darle acento social a estos Presupuestos desde un trabajo constructivo, coherente y viable. Fuera de estas paredes son muchas las personas que lo pasan realmente mal y seguramente no lleguen a conocer lo que debatimos en este momento.
Alguien tiene que representar a todas estas personas. Lo único que pedimos hoy aquí es que los grupos de la Cámara entiendan que cuando hablamos nosotros también hablan ellos. Tengan altura de miras y reflexionen su voto.
